martes, 6 de mayo de 2014

Mientras

  Frío en medio de la noche, situación esquizofrénica luego de un preámbulo poco excepcional. Decidí agarrar lo poco que quedaba de esa maleta cargada de sueños, me alejé de la niebla y emprendí viaje hacia mi ciudad natal. Con espíritu de rebeldía agarré aquello que deseaba  para que fueran unos Parliament.
 
Llegué a la vieja estación y medité en la dulce espera del colectivo. Poca gente en la calle, los transeúntes solos como máquinas, en un cuadro de pocos amigos y sueños desgastados bajo la luna con un viento que rozaba la mejilla y el sonido de la soledad.

  Alguien se acercó como la nada, un sinfín de oportunidades marcadas por la adrenalina propia de terminar lo que nos dio el origen. Lo apuñalaron, adelante mío. Solo quise pensar en algo, pero no pude. La angustia me arrinconó en todos los lugares que creía conocer. Se me desgastaron los párpados del solo intento de desear mirar adentro. La sombra dejó pasmados a los sujetos que se encontraba en el lugar. La incógnita de la existencia se me adelantó por mi cabeza y no quise comprender lo inconfesable del sistema en el que habito.  Solo eso me mantuvo perplejo, la angustia de querer que las situaciones se desarrollen de otra manera.