lunes, 22 de febrero de 2010

Corte Sistemocional

Sabía que todo iba a andar mejor; por suerte u obra y gracia del destino la vida lo recompensó; su cosecha pudo dar un excelente fruto. “El dinero da felicidad a la gente”
Ahí estaba Edgardo, un amigo de la familia, una persona que poco, por no decir nada, se le podía criticar; de aquellas personas que poco quedan en el planeta. Supo aprovechar los tiempos y en el momento y lugar indicado, como una obra de arte, reventó de los mejores billetes. Dos automóviles nuevos, una moto de segunda línea de la Harley –estilo nacional- viajes a los sueños tropicales latinoamericanos y artículos varios de la tecnología andante para tirar donde quieras. Más de doscientos mil, pufff; que rara resulta la vida. ¿Quién se iba a imaginar?
“Miralo a Edgardo”. Y ahora las solteronas del barrio lo miran de reojo, revolean la chancleta. Buscan la guita, la billetera, “las minas son todas iguales”.
Pero el Poder, la fama barrial, y la papota se le subió a la cabeza. No se lo reconoce. ¿Tanto pero tanto puede ocasionar un fangote de billetes?
Un país específico o el mundo anda errante. Una preocupación constante. Recuerdo lo que decía en mis sueños la curandera espiritual---Si buscas el deseo y lo traduces, el fruto amargo con el que vivirás no causará estragos; pero si eres necio en la vida y tomas el fruto amargo sin tener un deseo profundo, los daños serán interminables. “El poder trasluce el alma”
El hombre es el peor ser vivo, pecador o no (herencia religiosa), suele hacer cosas que no se encuentra ni se va a poder encontrar la cura. Tantos artistas planean el Apocalipsis, pero nadie lo concluye.