sábado, 5 de junio de 2010

meollo


Cuando se rompe el reloj y perdés la noción del tiempo, creés que no existe nada ni nadie que te pueda parar. Esos momentos son los que vale la pena vivir, una y otra vez, una y otra vez. No distinguir los colores, ni cuestionar la idea de una vida junto con la muerte. De esos momentos me encantaría poder llenar el cuerpo entero. Una mirada y una respiración, una caricia y un beso que recorre los placeres de la vida.
Nueve y diez momentos. Mil razones para verte y otras sinrazones para sentir que la razón se terminó una vez que te conocí, una vez que perdí la cuestión de preguntar. Y ahora dejo que corra, como el viento, como la suave brisa, y ante todo como la gota de la lluvia que derrama por fuera lo que adentro no se puede mostrar. Solo la naturaleza siembra, solo la naturaleza expresa.