miércoles, 6 de abril de 2011

Sangre Frita

Cayeron, se escuchó un golpe. Uno de ellos, Marcos Igalde, se mantuvo quieto y enfrentó el dolor. Melina y Paulo alcanzaron a correr con banderas, zapatillas desatadas y lograron inmiscuirse entre la multitud. A los lejos, entre la oscuridad, la sangre en el pantalón roto mostraba una marca que parecía haberse borrado con el paso del tiempo. Pero no, aún, en plena etapa democrática, el eco continúa elevando sin memoria ni perdón. Un conflicto gremial, una revuelta sindical y el enfrentamiento violento que generaba una muerte más entre tanto asesino suelto.